La sociedad cambia y con ella lo hacen también (o deberían) los despachos de abogados, adaptándose a la nueva realidad y una digitalización que, muy lejos todavía de los niveles de Estonia, avanza abriéndose paso de forma cada vez más patente.
La cercanía con nuestros clientes y esa escucha proactiva que venimos practicando durante todos estos años apunta en el mismo sentido. Nos gusta reunirnos con ellos y resulta muy enriquecedora esa cercanía física pero es cierto también que desde hace tiempo venimos percibiendo que nuestros clientes valoran cada vez más y muy positivamente el poder contar con nosotros desde su oficina o su casa, cuando están de viaje, bien a través de videollamadas, email, mensajería instantánea u otros medios, con total flexibilidad, convirtiéndonos en parte de su equipo y estando disponibles de forma efectiva y dinámica para poder respuesta a sus demandas cuando y donde necesiten.
No sólo nuestros clientes valoran esta nueva realidad sino que nuestro equipo se encuentra así mucho más cómodo y resulta mucho más eficaz, pudiendo prestar servicios a sus clientes desde donde se encuentren encada momento, accediendo a la información y documentación desde cualquier lugar y de forma inmediata.
Los programas de gestión, el software en la nube, las apps y una concepción mucho menos enconsertada de lo que el servicios a nuestros clientes nos ha servido para dinamizar nuestros servicios, optimizarlo y rentabilizar de forma óptima nuestro tiempo y recursos.
Cada vez creemos menos en el abogado encerrado en su despacho, algo inaccesible incluso, y apostamos más por espacios abiertos, también virtuales, bajo fórmulas flexibles que les permitan conciliar vida personal y profesional con los mejores resultados para nuestros clientes, algo que nosotros hacemos ya y que estamos seguros que cada vez se hará más evidente en el futuro por parte de la profesión.