Recientemente apuntábamos a este post, que cobra más sentido si cabe tras las cada vez más frecuentes manifestaciones de la gente en la calle y redes sociales, alzando la voz contra sentencias, jueces y leyes, amparados en lo que unos y otros entienden como Justo.
Hay que reconocer que razón no les falta tal vez, que hay malas sentencias, malos jueces y malas leyes. Pese a ello también hay buenas sentencias, incluso muy buenas, y buen@s jueces, muy buen@s incluso, así como buenas leyes.
Tal vez vendría bien profundizar un poco en el concepto de justicia y en su transformación, que ha de venir de la mano de la propia transformación de la sociedad y de lo que la misma considera justo. Podría ser paradójico que pese a tener un mayor acceso a la información, quizás seamos más vulnerables que nunca a la manipulación y nos veamos un poco superados por el frenesí de lo políticamente correcto por un lado y de la confusión que los mensajes interesados de unos y otros nos provocan. Así, desde un punto de vista práctico de lo que es en realidad la justicia podríamos concluir que justo es aquello que decidimos que es justo, plasmándolo en las leyes, decidiendo qué es punible y qué no lo es y qué castigo merece cada uno de esos actos punibles. Decidir, lo que se dice decidir, en puridad, no es del todo correcto, pues se trata de una delegación en nuestros representantes en el Parlamento, en las Cámaras, en base a lo que prometen en época de elecciones.
Esa legislación “en caliente” que está poniéndose de moda invita a debatir y está bien que lo haga, pues hay que revisar los conceptos. La Prisión Permanente Revisable, llamada así más o menos eufemísticamente, el agravamiento o no de determinados delitos, la revisión de la normativa en protección de datos, en temas de impuestos, en las relaciones paternofiliales, libertad de expresión, etc., son ejemplos de aspectos que está bien revisar y que si no se aviva cierta llama desde la propia sociedad tardaría mucho en actualizarse. El modo puede ser equivocado a veces (presionar a jueces no parece una idea aceptable, amenazas, insultos y similares obviamente han de ser rechazados de plano), pero hay que escuchar a la sociedad y hacerse eco del cambio de criterios, que compartamos o no están ahí.
Cada uno tiene una idea de justicia, más acertada o menos, con mayor conocimiento de causa o menor, pero hay que escuchar, respetar y luego argumentar, compartir o discrepar, pero siempre dentro de unas “reglas del juego” como creemos que han de ser el respeto y la propia legalidad.
Para opinar antes habría que conocer bien la materia, pero con mayor o menor conocimiento todos tienen su idea de Justicia. Cada uno de nuestros clientes tiene su propia idea de justicia y es a nosotros, como abogados, a quien corresponde acercar esa idea al marco de la legalidad, que a veces coincide y otras no, con esa idea particular de la Justicia.
Los políticos debe acercarse a la calle y empaparse bien del sentir de la gente, también les corresponde, junto a pensadores, docentes y a todos un poco, profundizar, explicar y proponer reformas que tomen como referencia ese sentir y el dictado de la razón (si es que ese dictado existe realmente) para que la normativa que nos autoimpongamos sea correcta y adecuada al fin. A todos nos corresponde pensar un poco más por nosotros mismos, pero en todo esto de la justicia a los jueces les toca sólo (tal vez) aplicar las normas que establece el propio ordenamiento y no otras, a los abogados darle la perspectiva más adecuada y convincente a los intereses de sus clientes, pero son esas normas el instrumento, nada mas que el instrumento, que luego usaremos con mayor o menor pericia, pero al fin y al cabo tenemos lo que tenemos y quizás haya que poner la prioridad en darnos unas mejores normas para tener una mejor sociedad, más JUSTA, sobre las bases de los valores presentes en cada momentos, cimentados en la razón, la inspiración y el talento (y en el grado de satisfacción que generen en la sociedad, claro).