Las empresas, independientemente de su tamaño, tienen muchos frentes a los que atender, si bien, en un ejercicio de simplificación, vamos a dividir en tres grupos esenciales: 1.- Los meramente societarios, 2.- Los económicos y 3.- Los comerciales. (Y dejamos separado uno de vital importancia, que es el propio producto o servicio como tal, que ofrece la empresa en el mercado).
Todos ellos tienen una evidente vertiente jurídica, en la que resulta esencial contar con un equipo jurídico, interno y/o externo, que se integre a la perfección en cada una de estas áreas, que participen de la estrategia, de la estructura y el tejido empresarial de la sociedad. Es habitual que muchas PYMES acudan a los abogados sólo para la constitución de la sociedad, para la confección de algunos contratos, para asesoramientos puntuales y para que defiendan sus intereses en procesos judiciales o extrajudiciales pero no puede pasarse por alto una evidencia que pese a serlo, sin embargo no es interiorizada por las empresas en algunos casos: aquellas mercantiles que integran abogados en su actividad cotidiana son más competitivas, más ágiles, más rentables y son menos litigiosas, lo que obviamente redunda en una mejor posición en el mercado.
Una sociedad bien organizada y estructurada societariamente, bien asesorada, con contratos adecuados, innovadores, resolutivos y preventivos, con capacidad de respuesta en caso de problemas es una sociedad con una trayectoria más cómoda, más feliz, más rentable, sea cual sea su tamaño, sea cual sea su enfoque y la balanza entre coste y beneficio es más que favorable.
Es por ello que desde Alegatio insistimos siempre en la importancia y conveniencia de integrar un equipo jurídico con el que poder identificarse, como aliado en la consecución de objetivos e invitamos a todos aquellos que todavía no lo hayan hecho, a implementar con carácter interno y/o externo a unos buenos abogados, que sepan entender las necesidades de sus clientes (como nosotros).